Tras varios años de cierre y múltiples retrasos, los habitantes de Palestina volverán a contar con su central de sacrificio en funcionamiento. La planta permanecía fuera de servicio debido al incumplimiento de los estándares del Decreto 1500 del Invima, la falta de recursos para su adecuación y la ausencia de certificación sanitaria, factores que impulsaron el crecimiento del sacrificio clandestino en la región.
El alcalde Álvaro Andrés Osorio anunció la firma de un convenio entre la Gobernación de Caldas, a través de la Secretaría de Agricultura, y la Administración Municipal, con una inversión de $913 millones destinados a las obras de mejoramiento y adecuación. “Es una gran noticia para nuestro municipio. Con esta inversión recuperaremos la planta y daremos un paso firme para garantizar la salud pública y el bienestar de nuestra comunidad”, destacó el mandatario local.
La inversión permitirá intervenir tanto las áreas internas como externas de la central, adecuando espacios con el fin de cumplir con los estándares de inocuidad, calidad y seguridad alimentaria exigidos por la normatividad nacional. Una vez culminadas las obras y se obtenga la certificación del Invima, la planta podrá reabrir sus puertas.
La puesta en marcha de la central de sacrificio no solo busca asegurar carne con condiciones sanitarias óptimas para el consumo humano, sino también disminuir los riesgos que genera el sacrificio ilegal en fincas y lugares no autorizados. Además, la operación de la planta contribuirá a dinamizar la economía local, generando empleos directos e indirectos y reduciendo los costos para los productores y comerciantes de la región.
El proyecto se suma a los esfuerzos de la Gobernación de Caldas por garantizar que las plantas de beneficio animal cumplan con los parámetros nacionales. En el departamento, varias centrales han sido intervenidas en los últimos años, aunque muchas aún enfrentan dificultades para su certificación plena y funcionamiento estable.
Con la firma del convenio, los palestinenses esperan que la central deje de ser un proyecto inconcluso y se convierta en una realidad al servicio de la comunidad. El reto ahora está en que las obras se ejecuten a tiempo y que la planta pueda operar bajo los más altos estándares sanitarios, consolidándose como un factor clave en la lucha contra el sacrificio clandestino y en la protección de la salud pública.

