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El machismo en el Centro Democrático.



Escrita por: Análisis Ciudadano

En la política colombiana, el machismo no solo opera desde los adversarios. También aparece dentro de las mismas estructuras que dicen promover la libertad, la meritocracia y la igualdad. El caso más evidente hoy es el de Maria Fernanda Cabal, la figura que ha sostenido la oposición al Gobierno Petro con una claridad y firmeza que pocos dirigentes del Centro Democrático han mostrado, y que aun así enfrenta obstáculos internos que no tienen otra explicación distinta al miedo a su liderazgo.


Cabal no es una dirigente menor. Obtuvo más de 200 mil votos, ha sido una de las mujeres más votadas en la historia del Congreso y es, para muchos sectores ciudadanos, la voz más reconocida y coherente de la derecha.
Mientras varios hombres del partido optaron por la prudencia o el silencio frente a los abusos del Gobierno, fue ella quien marcó la agenda, denunció irregularidades y mantuvo una posición firme sin doble discurso.


Sin embargo, esa visibilidad y ese carácter parecen generar más resistencia interna que apoyo. En lugar de consolidarla como la opción natural para encabezar la candidatura presidencial de 2026, el partido ha enviado señales contradictorias: reglas que cambian, mecanismos que se desmontan, calendarios que se modifican y procesos que no avanzan. Una situación que, para amplios sectores del uribismo, evidencia que Cabal es frenada no por falta de respaldo, sino por el temor a lo que representa: una mujer con votos y poder real dentro de un partido acostumbrado a que los liderazgos fuertes sean hombres.


La pregunta de fondo es inevitable:
¿Por qué la figura con mayor votación, mayor reconocimiento nacional y mayor claridad ideológica no es tratada como la opción prioritaria del partido?


La respuesta es clara: hay una resistencia histórica a aceptar que una mujer lidere con más fuerza que los hombres del mismo partido. A Cabal se le exige lo que nunca se le exigió a otros. Se le cuestiona su carácter, su forma directa de hablar, su protagonismo público; características que en un hombre serían interpretadas como liderazgo.


Lo ocurrido en 2021, cuando una dudosa encuesta interna la dejó por fuera de la candidatura aun cuando era la favorita del partido, y lo que ocurre ahora con la falta de reglas claras para 2026, muestran un patrón que no es administrativo, sino político: cada vez que Cabal está cerca de llegar, las reglas cambian.


Porque si la mayor votación femenina del país, la dirigente más reconocida del partido y la que más ha enfrentado al Gobierno no puede avanzar por dinámicas internas, el mensaje hacia afuera es evidente: en el Centro Democrático, aceptar el liderazgo de una mujer sigue siendo un reto más grande que enfrentar al Gobierno Petro.

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