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UN BALANCE ENTRE JUSTICIA SOCIAL Y FUTURO FISCAL.

 



Por: Juan Camilo Betancourt Grajales - Abogado.


Para nadie es secreto que, el sistema pensional colombiano se encuentra sumido en una profunda crisis, pues, solo uno (1) de cada cuatro (4) adultos mayores recibe pensión, mientras que la mayoría sobrevive gracias a la solidaridad familiar o la caridad. Ante este panorama, el gobierno actual, en cabeza del presidente Gustavo Petro ha propuesto una reforma pensional que, en principio, busca resolver las desigualdades estructurales y ampliar la cobertura. Sin embargo, aunque su propuesta es, sin duda, necesaria, las dudas sobre su sostenibilidad fiscal son cada vez más evidentes.


Por un primer plano, la reforma introduce un sistema de pilares que combina un componente solidario y uno contributivo, en donde el primer pilar, de carácter solidario, está diseñado para los adultos mayores más vulnerables, ofreciéndoles una pensión básica financiada por el Estado, buscando aliviar la precaria situación de millones de colombianos; empero también revela una urgencia que, si bien es comprensible, plantea interrogantes sobre su viabilidad a largo plazo.


El segundo pilar, semi-contributivo, otorga subsidios a aquellos trabajadores que no han alcanzado los requisitos para acceder a una pensión, beneficiando especialmente a quienes han cotizado entre seis y veinte años. Por un último plano, el pilar contributivo está orientado a mejorar las pensiones de los trabajadores formales, buscando hacer el sistema más equitativo y menos regresivo.


De lo anterior, es palpable en términos de proyección económica que, aunque la reforma tiene elementos positivos y responde a una necesidad urgente de justicia social, su implementación presenta serios riesgos fiscales, en razón a que, el sistema de reparto, que depende de los aportes de los trabajadores activos para financiar las pensiones de los jubilados, enfrenta un desafío demográfico inminente, en virtud al envejecimiento prematuro y la baja natalidad que actualmente atravesamos, creando una gran grieta entre cotizantes y pensionados. Por consiguiente, de no tomar medidas preventivas, el sistema podría generar un déficit fiscal creciente, con un impacto negativo para las futuras generaciones.


Así, el principal reto de la reforma será encontrar el equilibrio entre la justicia social inmediata y la sostenibilidad fiscal a largo plazo. La propuesta tiene el potencial de transformar el sistema pensional, en todo caso, es claro que también podría convertirse en una carga insostenible si no se implementan mecanismos para garantizar su estabilidad, terminando la deuda pensional siendo un lastre para las generaciones venideras, a menos que se tomen decisiones claras para garantizar que el sistema no colapse bajo el peso de un gasto público desbordado.


En síntesis, la reforma pensional de Petro es un paso necesario hacia la inclusión y la justicia social, pero, sin mayor duda, requiere un enfoque más profundo en su viabilidad económica. De no abordarse con prudencia, el sistema podría no solo perder su efectividad, sino también comprometer la estabilidad fiscal del país a largo plazo.

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