Por: Jesús Mora Díaz
No lo disimulan.
Ya ni lo intentan.
Lo celebran, lo aplauden y hasta se emocionan.
Porque eso es lo que en el fondo admiran: el control total.
La justicia arrodillada.
La economía estatizada.
El silencio obligatorio.
Nos dijeron que no serían Venezuela.
Hoy parece que solo están esperando que sea más difícil devolvernos.
Edwin Palma, el ministro de Minas de Petro, viajó a Venezuela y se mostró eufórico al encontrarse con Nicolás Maduro, el dictador que ha condenado a millones de venezolanos al exilio, la miseria y el miedo. Le brillaban los ojos. Sonreía como si estuviera en una fiesta ideológica con su ídolo caribeño.
Y mientras él se retrataba feliz, la exploración petrolera en Colombia está en jaque y el país comienza a sentir la factura de una ideología que desprecia la inversión privada, criminaliza al empresario y sueña con expropiaciones.
Este no fue un desliz. Fue una postal del alma del petrismo.
Desde que llegaron al poder, han tratado de disfrazar su cercanía con el modelo chavista. Nos hablaban de una “transición justa”, de una “paz total”, de una “Colombia potencia de la vida”, mientras por debajo tejían relaciones con el régimen que más ha violentado los derechos humanos en América Latina.
Lo que Edwin Palma dejó ver en esa foto no fue cortesía diplomática. Fue afinidad ideológica. Fue reverencia al espejo. Y ese espejo es oscuro, sangriento y ruinoso.
No es casualidad que los afines al chavismo aparezcan en puestos clave del gobierno colombiano. No es casualidad que la inteligencia del Estado tenga vínculos con personajes cercanos al madurismo. No es casualidad que se repitan las fórmulas: desprestigiar a la prensa libre, judicializar a la oposición, desfinanciar a las instituciones.
La pregunta es: ¿Qué más tiene que pasar para que los tibios reaccionen? ¿Para que la sociedad deje de mirar con ingenuidad lo que a gritos se está mostrando?
Lo de Edwin Palma no fue un simple viaje. Fue una confesión pública.
Y sí, Petro no puede ocultar el chavismo, porque el chavismo es su origen, su destino y su verdadero proyecto.