El panorama político colombiano volvió a encenderse luego de que la senadora y precandidata presidencial María Fernanda Cabal enviara una carta al secretario de Estado de los Estados Unidos, Marco Rubio, solicitando una investigación internacional sobre presuntos vínculos entre las disidencias de las FARC, la campaña presidencial de Gustavo Petro y altos funcionarios del actual gobierno.
La misiva, fechada el 25 de noviembre de 2025, sustenta su petición en una investigación revelada por Noticias Caracol, según la cual equipos electrónicos incautados a alias Calarcá contendrían comunicaciones que comprometerían a figuras del establecimiento. En el documento, Cabal asegura que allí aparecen menciones a la vicepresidenta Francia Márquez y a cabecillas como Iván Mordisco y Mayimbú, presuntamente relacionados con financiación irregular y acuerdos para facilitar operaciones de grupos armados.
La senadora también apunta hacia el empresario chino Jixing Zhang, a quien relaciona con redes de tráfico de armas y oro, y acusa la existencia de pactos entre miembros del Ejército y disidencias para evitar operativos, incluyendo la entrega de códigos de radio militares. Para Cabal, estos hechos mostrarían una “infiltración peligrosa en el Estado” que debe ser investigada por Washington.
La carta generó un terremoto en el ambiente político. Mientras el gobierno mantiene un silencio estratégico, en la oposición celebraron la movida de Cabal como un golpe directo contra la legitimidad del petrismo.
“Solicité cooperación a Estados Unidos para esclarecer los nexos entre alias Calarcá, la campaña Petro y miembros del gobierno”.
El gesto no solo eleva el tono del debate interno, sino que pone a Estados Unidos en el centro de una controversia que podría escalar diplomáticamente. Para analistas, Cabal busca posicionarse como la voz dura del orden y la seguridad, a la vez que instala narrativas que podrán marcar la contienda presidencial de 2026.
El impacto real de la carta dependerá de si el gobierno estadounidense decide pronunciarse o actuar. Sin embargo, en el plano político interno, la jugada ya surtió efecto: reactivó las tensiones entre sectores de izquierda y derecha, puso al petrismo a la defensiva y ubicó a Cabal nuevamente en la agenda mediática con un tema de alto voltaje.
En un país donde la relación entre política y conflicto armado siempre ha sido un campo minado, la pregunta sigue abierta:

