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Señalamientos apuntan a Armando Posso como el factor de ruptura en Chinchiná.

 




La tensión dentro del movimiento ALMA en Chinchiná parece estar lejos de resolverse. Pese a los intentos por mostrar que la situación está “controlada” y a algunos acercamientos internos para recomponer la unidad del equipo de Mauricio Lizcano en el municipio, las diferencias de fondo continúan y, según varias fuentes consultadas, la crisis tendría nombre propio: Armando Ruiz Posso.


Líderes del movimiento señalaron que la fractura comenzó a agudizarse bajo el liderazgo de la exfuncionaria del Ministerio TIC, Juanita Espeleta, quien asumió un rol más protagónico en la conformación del equipo político en Chinchiná. Aunque oficialmente la responsabilidad de mantener la cohesión recaía en el concejal David Quintero, cercano a Espeleta, varias voces dentro del movimiento aseguran que quien realmente “manda” al interior del grupo es Ruiz Posso.


De acuerdo con las fuentes, Posso sería hoy quien decide qué se hace y qué no dentro del equipo, hasta el punto de que Quintero y la propia Espeleta le consultan cada movimiento. La molestia crece porque —afirman— “Posso quiere arrastrar al grupo hacia el proyecto del senador Guido Echeverry, mientras que Juanita insiste en mantener la alianza con Mauricio Lizcano”.Ese choque de direcciones, aseguran, fue la chispa que detonó la crisis.


La Secretaría prometida y la ruptura total


El punto más crítico se produjo alrededor de la Secretaría de la Gobernación de Caldas, la cual, según acuerdos previos, habría sido comprometida al concejal Óscar Gallego Castrillón y a su equipo como reconocimiento al caudal electoral aportado en 2023, cuando obtuvo más de 5.600 votos, una de las votaciones más altas del departamento.


Sin embargo, líderes del movimiento afirman que cuando Juanita Espeleta y Armando Ruiz Posso al conocer el acuerdo, elevaron la solicitud para que la Secretaría quedara en manos del propio Posso, desde donde —según sus críticos— podría dirigir la operación política en Caldas.



“Juanita no puede pasar por encima de los acuerdos políticos”, dijo uno de los entrevistados, quien advierte que si no se corrige el rumbo, “el equipo de Lizcano se acaba en Chinchiná”.


El inconformismo no es menor: figuras como la concejal Jeny Jaramillo y el concejal Óscar Gallego ya han tomado distancia del liderazgo de Espeleta. La percepción interna es que no existe unidad y que las decisiones se están imponiendo desde Manizales sin concertación con las bases del municipio.


Un liderazgo debilitado y un malestar creciente


Algunas fuentes consideran que el liderazgo de Juanita Espeleta se ha debilitado por dos errores consecutivos: primero, haber entregado el control territorial al concejal David Quintero, y ahora, haber cedido demasiado espacio a Posso, a quien señalan de no conocer el electorado local y de tener “malos tratos” con la militancia.


El malestar no es solo político: también existe inconformidad ética. La posibilidad de que el cargo en la Gobernación termine en manos de alguien que —según las mismas fuentes— no acompañó al movimiento en las elecciones, causa indignación y reabre una herida histórica:“Llegan los mismos de siempre y ayudan a los mismos de siempre.”





¿Ruptura inevitable?


En la última reunión con Mauricio Lizcano, el compromiso era claro: Chinchiná tendría representación departamental y esta debía pasar por quienes pusieron los votos y construyeron el proceso. No obstante, la inminente designación de un funcionario ajeno a esos acuerdos podría acelerar un escenario que ya muchos dan por hecho: la salida de varios líderes del movimiento ALMA en el municipio.


Conforme avanza el calendario electoral y aumenta la presión política, todo indica que el conflicto interno se profundiza y que el equipo en Chinchiná se encuentra en su peor momento desde su conformación.




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